" Las Viudas "

" Las Viudas "
acuarela sobre papel de arroz de alto gramaje

VI Parte del Poema de Lucía Miranda.


Gracias Celestina Funes, por dejarnos este hermoso poema. Tu nos has dejado un hermoso regalo que son tus letras y tu espiritu en ellas.
Te recordamos , leyendo cada parte de tus escritos y mirando la juventud bella de tus facciones.

V Parte del Poema: Lucía Mirando.
Titulo:
         En Busca del Alma.
                                               Jamás un alma sintió con
                                                              mas disgusto la acedia de los
                                                              celos como la de este bárbaro
                                                              á la vista de tan odioso
                                                              concursante. Su muerte fué
                                                              decretada inmediatamente.
                                                              Bien podia Lucía tener prepa
                                                              rada su constancia para otros
                                                              infortunios:
                                                              todas las fuerzas de su alma
                                                              la abandonaron en el peligro
                                                              de una vida que estimaba mas
                                                               que la suya. Renunciando al
                                                               tono altivo que inspira el
                                                               heroismo tomo á los pies de
                                                               Siripo el de la súplica á favor
                                                               de su marido,
                                                                la revocacion de la sentencia
                                                                      Dean Funes.

    Cuando con el sustento preferido
Da vuelta el ave al adorado nido
No encuentra á su amorosa compañera,
Sin un instante reposar siquiera
Alza de nuevo del ramage el vuelo
Y , sin rumbo marcado,
Surca incansable el azulado cielo.
En busca solo de su bien amado,
Hasta que abate el ala fatigada
con el instinto del amor sublime
En la misma morada
Donde su amante prisionera jime.
 Allí o en el ramage
Del vecino saluzal pasa las horas,
O vá a rozar amante con el ala
Las rejas opresoras
Mientras notas tristísimas exhala
Hasta que, presa de la red artera,
Ir á habitar consigue
La cárcel de su dulce compañera.

       Ave infeliz que al retornar al nido
No hallo su amante tierna
Corazon de derrepente desvalido,
El desdichado esposo de Lucía
A todos dando despedida eterna,
Sin reposar un dia
Emprendio su camino
Solo, a traves de la llanura en calma,
Bajo el peso fatal de su destino,
En busca de su esposa, de su alma!
Hambriento, vacilante y extenuado
Largas horas y dias
Siguiendo fué con paso fatigado
La senda que su instinto le marcaba;
Su corazon con precision latiendo
A seguir adelante le impulsaba
Sin darse cuenta de su marcha él mismo:
Fluctuaba entre las sombras
De la noche glacial del idiotismo!
Y con solo una idea,
Punto de luz perdido en el abismo,
Su marcha proseguia:
La de encontrar amante á su Lucía;
Ella en su voz vibraba
Cuando hasta el polvo oscuro del camino
Por la mitad de su alma preguntaba!
         - Ave feliz que atravesando el cielo
Vas a buscar el nido
En los bordes del plácido arroyuelo,
¿ No has visto á lo que busca
Mi pobre corazon tan afligido ?
Pampero, ¿ no acertaste entre tus giros
A acariciar su frente,
Un solo arrastrar de sus suspiros?
Sendero que atravieso
Transido de amargurea ¿ no tuviste 
El placer inefable
De sentir de su planta el dulce peso?
Desconocida flor, no recibiste
En tus pétalos rojos
Alguna tibia perla de sus ojos ?
No habeis visto pasar á mi Lucía......
! Ah ¡ porque  verla, aunque fuera
Cual metëoro en rápida carreta
La eternidad daria !
       Y asi en el mismo anhelo
Le halló vagando en la feraz llanura
Con planta ya insegura,
Una tarde de aquellas que el poeta
Nos pinta en su Cautiva, en la grandiosa
Sublime escena de la pampa quieta,
Melancólica, abierta á la mirada
Como página eterna de belleza,
Respirando grandeza
Se extendia la pampa sosegada.
Se inclinaba el ocaso
El tibio sol, cruzando el occidente
Con magestuoso paso.
Su ardor perdia el vespertino ambiente
Y levantaba el tallo de su frescura
La yerba de la plácida llanura.
Reinaba en la campaña
Ese vago mutismo, ese silencio
Que el nocturno crepúsculo acompaña;
Rumores de pisadas de repente
Primero hacia lo léjos, vagamente,
Y despues in crescendo
Se oyeron, el silencio interrumpido.
        Hurtado, del dolor en el desmayo,
No oyó el ruido en aumento;
Fija del firmamento

En el azul inmenso la mirada
Triste como del sol el postrer rayo,
Miraba una apagada
Milancólica estrella, la primera
Que empesaba a brillar: quizas creia
Era el alma inmortal de su Lucía!
Estasis deel que solo el alarido
Le arranco del salvage
Al cual indeferente
El se entregó, á pesar de su corage:
Ya tanta pena le volvió inconsciente!
Mas  ¡ cual su dicha fué, cuando llevado
Hácia la tolderia
Que era la misma del Timbú temido
Se halló con Lucía
Alli esclava del indio maldecido !   
    ¡ La halló! Pero fue en vano: entre su esposa
Y su alma truste de su amor sedienta,
Se alzaba cual miralla sangriënta
Ya de Siripo la pasion odiosa.
¡ Siripo ! ¡ Con que empuje
Los velos en su espiritu salvage
Se alzaron del cautivo en la presencia!
No siembra mas estragos á su pasaje
Cuando el pampero ruje
Desatado en los llanos con violencia!
Por el furor cegado
La muerte al punto decretó de Hurtado,
Yá que alzarse venía
Como  valla insalvable entre su anhelo
Y el amor suspirado de Lucía.
¡ Ella ! que horrible tempestad de duelo
Al oir la sentencia maldecida
Con rudo embate conmovió su vida !
¡Ah ! todo entonces lo olvidó: el ultrage
Del amor de Siripo tan infausto
Su profundo desden hácia el salvage,
De la vida de Hurtado en el holocausto.
Ante el gefe de hinojos,
Las manos juntas, la cerviz doblada,
Brotando llanto los hermosos ojos:
- " Toma esclamó, mi vida desdichada
En vez de su existencia !"
              " Llora muger, y vencerás " el hombre
Tiene de su palabra la elocuencia,
Rayo del pensamiento,
Y nosotras, mas débiles, la lágrima,
Arma sin par de nuestro sentimiento !
¡ Oh ! cuantas , cuanta veces
Lo que esplicar al corazon no alcanza
La mirada, la voz mas elocuente
Lo decifra una perla transparente
Que por un rostro silencioso avanza !
Y mil para el Timbú ¿ qué no dirían
Desde los ojos de la amante esposa?
¿ En que idioma inspirado le hablarían,
Que alcanzaron de su odio el sacrificio?
De perdonan á Hurtado del suplicio?
Quien sabe ! talvez solo de Siripo
Fueron rasgos de astucia los favores:
Quizás pensó con ellos de la hermosa
Franquëarse el eden de los amores.
 Ello es que Hurtado conservó la vida,
Mas ¡ ay ! en cambio del perdon cedido
Se exijió á los esposos
Mútuo despego y eternal olvido,
Y á él ¡ infeliz ! la condicion odiosa
De tomar en la tribu
A merced de su gusto, nueva esposa.
 Y a tan inmenso ultrage
Se resignó por libertar a Lucía
Su amado de las furias del salvage;
Y en tanto que fingía
Delante del Timbú completa calma
En continuada ebullicion sentia
Un volcan de dolor dentro del alma
 Pero arrastraba la fatal cadena
con el gozo sublime
Que sentimos al ver que  nuestra pena
Un ser querido del dolor redime:
¿ Que iguala á la ventura
De la mujer de corazon que puede
Recordar mientras llora
Que todos sus instantes de amargura
Representan la vida del que adora?
Ah ! Dichosos los que aman en la tierra !
Para ellos solamente
Hasta el martirio del tormento , encierra
De sublime placer perenne fuente !
Continuo en pocas horas, transcribiendo el Poema de Lucía Miranda.
Autora: Celestina Funes

 

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